“Mas el fruto del Espíritu es [...] paciencia” (Gál. 5:22).

ELÍAS: EL PROBLEMA DE APRESURARSE

miércoles 7 de septiembre, 2022

La confrontación en la cima del Monte Carmelo había terminado (1 Rey. 18). Cayó fuego del cielo, todo el pueblo había reconocido al Dios verdadero y los falsos profetas fueron ejecutados. Dios se reivindicó. Se podría pensar que la fortaleza espiritual de Elías aumentó a medida que avanzaba el día, pero de repente escuchó algo que lo aterrorizó a tal punto que deseó morir. Lee el resto de la historia en 1 Reyes 19:1 al 9. Las últimas palabras del pasaje son preocupantes: “Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?” (1 Rey. 19:9). Evidentemente, el miedo de Elías hizo que huyera y se encontrara en el lugar equivocado.

Después de una intervención tan poderosa de Dios en el monte Carmelo, Elías debería haber estado lleno de fe y confianza; pero huyó porque temió por su vida. ¿Qué lección podemos aprender de este mal ejemplo?

Esta historia ilustra algo importante: Cuando nos apresuramos, es muy fácil encontrarnos en el lugar equivocado. En el caso de Elías, fue el miedo lo que lo abrumó y lo llevó a huir al desierto, deseando no haber nacido nunca. Pero hay otras cosas que hacen que nos apartemos del plan de Dios para nosotros.

Lee los siguientes versículos: Génesis 16:1-3; Números 20:10-12; Jueces 14:1-3; Mateo 20:20, 21; Lucas 9:52-56; Hechos 9:1. ¿Qué cosas hicieron que los personajes aquí descritos se apartaran de la voluntad de Dios?

Cuán fácil es permitir que cosas como la ambición, la ira, la pasión, la falta de fe o un supuesto “celo” por Dios nos hagan correr hacia donde no deberíamos ir. Nadie es inmune a este peligro. La clave está en cultivar una fe confiada en la bondad y la misericordia de Dios, quien sabemos que nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Esto no sucede automáticamente. La fe puede ser un regalo, pero es un regalo que debe cultivarse, fomentarse y guardarse celosamente.