“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:24).
MORIR ESTÁ ANTES QUE CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS
Muchos cristianos procuran sinceramente conocer la voluntad de Dios para su vida. “Si pudiera conocer la voluntad de Dios para mi vida, sacrificaría todo por él”. Pero, aun después de prometerle esto a Dios, todavía podemos estar confundidos acerca de cuál es su voluntad. La razón de esta confusión la encontramos en Romanos 12:1 y 2. Pablo describe cómo podemos conocer la voluntad de Dios, y presenta un argumento importante: si quieres saber cuál es la voluntad de Dios, ¡primero tienes que sacrificarte!
Lee Romanos 12:1 y 2. Pablo escribe que seremos capaces de “comprob[ar] cuál [es] la buena voluntad de Dios” (Rom. 12:2) cuando:
1. Tengamos una verdadera comprensión de las “misericordias de Dios” para nosotros (Rom. 12:1).
2. Nos ofrezcamos como sacrificio vivo a Dios (Rom. 12:1). 3. Nuestra mente se renueve (Rom. 12:2). Solo la mente verdaderamente renovada puede comprender la voluntad de Dios. Pero esta renovación depende primero de nuestra muerte a nosotros mismos. No fue suficiente que Cristo simplemente sufriera por nosotros, tenía que morir.
Pide al Espíritu Santo que te muestre en qué aspectos no estás completamente “muerto”. ¿A qué cosas necesitas renunciar a fin de llegar a ser un “sacrificio vivo” para Dios?
Cuando algunos aspectos de nuestra vida todavía no murieron al yo completamente, Dios permite que los crisoles nos llamen la atención. Sin embargo, el sufrimiento no solo nos ayuda a enfrentar nuestro pecado, sino también nos da una idea de cómo Jesús se entregó a sí mismo por nosotros. Elisabeth Elliot escribe: “La entrega de los anhelos más caros a nuestro corazón es quizá lo que más se aproxime al concepto de la cruz. [...] Nuestra propia experiencia de crucifixión, aunque inconmensurablemente menor que la de nuestro Salvador, nos brinda una oportunidad de empezar a conocerlo, al acompañarlo en sus sufrimientos. En todas las formas de nuestro sufrimiento, él nos llama a esa comunión” (Quest for Love, p. 182).
Lee Romanos 12:1 y 2 con oración. Piensa en las cosas a las que debes renunciar para convertirte en un sacrificio. ¿Cómo te ayuda esto a comprender los sufrimientos que Jesús enfrentó por ti en la Cruz? ¿Cómo puede este conocimiento ayudarte a tener comunión con Jesús y sus sufrimientos?