“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11, 12).

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

viernes 18 de noviembre, 2022

Lee Elena de White, Los hechos de los apóstoles, “Las cartas a los tesalonicenses”, pp. 191-200; Llamamiento a alcanzar una norma más alta”, pp. 231-240. “Los romanos”, escribió Stephen Cave, “eran muy conscientes de la creencia de los cristianos de que algún día resucitarían físicamente de la tumba, y hacían todo lo posible para burlarse y obstaculizar esas esperanzas. Un informe de una persecución en la Galia en 177 d.C. registra que a los mártires primeramente los ejecutaban, luego dejaban pudrir los cadáveres sin enterrar durante seis días antes de quemarlos y arrojar las cenizas al río Ródano: ‘Ahora veamos si resucitan’, se informa que decían los romanos” (S. Cave, Immortality: The Quest to Live Forever and How It Drives Civilization, pp. 104, 105).

Esta pequeña lección objetiva sobre escepticismo teológico, aunque es dramática, no viene al caso; no demostró nada sobre la promesa bíblica de la resurrección. El Poder que resucitó a Jesús de entre los muertos también puede hacer lo mismo por nosotros, independientemente del estado en que se encuentre nuestro cuerpo. Al fin y al cabo, si ese mismo Poder creó el cosmos infinito y lo sostiene, ciertamente podría transformar a los vivos y resucitar a los muertos.

“ ‘También traerá Dios con él a los que durmieron en Jesús’, escribió Pablo. Muchos interpretan este pasaje como si significara que los que duermen serán traídos con Cristo desde el cielo, pero según Pablo, como Cristo se levantó de los muertos, así Dios traerá de sus tumbas a los santos que durmieron, y los llevará con él al cielo. ¡Qué precioso consuelo! ¡Qué gloriosa esperanza!, no solo para la iglesia de Tesalónica, sino también para todos los cristianos dondequiera que estén” (HAp 194).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Alguien dijo: “La muerte acaba contigo. [...] La aniquilación total, que no deja vestigios de nada, contribuye en gran medida a destruir el significado de la vida”. Y tiene razón. Entonces, ¿qué esperanza tenemos contra ese sinsentido en nuestra vida?
  2. ¿Cómo podemos armonizar la necesidad de crecer hacia la perfección (Fil. 3:12–16) con el hecho de que solo en la segunda venida de Cristo recibiremos una naturaleza incorruptible y sin pecado (1 Cor. 15:50–55)?
  3. ¿Cómo podríamos ayudar a alguien atrapado en la idea del “rapto secreto” a ver por qué esta enseñanza es incorrecta?
  4. Vuelve a leer 1 Corintios 15:12 al 19. Estos versículos ¿qué poderosa evidencia presentan de la enseñanza de que los muertos duermen, y no están arriba, en el cielo, con Jesús? ¿Qué sentido tienen estos versículos, si los justos muertos efectivamente estuvieran en el cielo con Jesús ahora?