“¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios hacia mí? Levantaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. Ahora cumpliré mis votos al Señor, ante todo su pueblo” (Sal. 116:12-14).

DIOS TOMA NOTA DE NUESTRAS OFRENDAS

miércoles 25 de enero, 2023

Lee Marcos 12:41 al 44. Seamos ricos o no, ¿qué mensaje podemos obtener de esta historia? ¿Qué principio nos enseña y cómo podemos aplicarlo a nuestra experiencia de adoración?

Jesús y los discípulos estaban en el atrio del Templo donde se encontraban los cofres de la tesorería, y él miraba a los que traían sus ofrendas. Estaba bastante cerca como para ver que una viuda había dado dos monedas de cobre. Ella puso todo lo que tenía. “Pero Jesús comprendía su motivación. Ella creía que el servicio del Templo era ordenado por Dios, y anhelaba hacer cuanto pudiese para sostenerlo. Hizo lo que pudo, y su acto había de ser un monumento a su memoria para todos los tiempos, y su gozo en la Eternidad. Su corazón acompañó a su donativo, cuyo valor se había de estimar, no por el de la moneda, sino por el amor hacia Dios y el interés en su obra que había impulsado la acción” (CMC 174).

Otro aspecto sumamente importante es que esta es la única ofrenda que Jesús elogió: una ofrenda para una iglesia que estaba a punto de rechazarlo, una iglesia que se desvió mucho de su llamado y su misión.

Lee Hechos 10:1 al 4. ¿Por qué un centurión romano recibió la visita de un ángel celestial? ¿Qué dos acciones suyas se notaron en el Cielo?

Aparentemente, no solo se escuchan nuestras oraciones en el Cielo, sino también se toma nota de la motivación de nuestras ofrendas. El pasaje señala que Cornelio era un dador generoso. “Porque donde esté el tesoro de ustedes, allí estará también su corazón” (Mat. 6:21). El corazón de Cornelio acompañaba sus ofrendas. Estaba dispuesto a aprender más acerca de Jesús. La oración y la limosna están íntimamente unidas, y demuestran nuestro amor a Dios y a nuestros semejantes, los dos grandes principios de la Ley de Dios: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza y todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo” (Luc. 10:27). El primero se revela en la oración; el segundo, en los donativos.