“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: ‘¡Vengan, benditos de mi Padre! Hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo” (Mat. 25:34).

LA VIDA Y EL MINISTERIO DE JESÚS

domingo 12 de febrero, 2023

En los comienzos de su ministerio público, Jesús viajó a Nazaret, en la región de Galilea. Esta era su ciudad natal, y la gente local ya había oído hablar de su obra y sus milagros. Como era su costumbre, Jesús asistió a los servicios del sábado en la sinagoga. Aunque Jesús no era el rabino oficiante, el asistente le entregó el rollo de Isaías y le pidió que hiciera la lectura de las Escrituras. Jesús leyó Isaías 61:1 y 2.

Lee Lucas 4:16 al 19 y compáralo con Isaías 61:1 y 2 (ver también Luc. 7:19–23). ¿Por qué crees que Jesús escogió este pasaje específico? ¿Por qué estos versículos de Isaías se consideraban mesiánicos? ¿Qué revelaban acerca de la obra del Mesías?

Como los dirigentes religiosos aparentemente habían pasado por alto las profecías que hablaban de un Mesías sufriente y habían aplicado mal las que apuntaban a la gloria de su segunda venida (lo que debería servirnos como recordatorio de la importancia de entender realmente la profecía), la mayoría de la gente creía en la falsa idea de que la misión del Mesías era librar a Israel de sus conquistadores y opresores, los romanos. Pensar que la declaración de misión del Mesías provenía de Isaías 61:1 y 2 debió de haber sido un verdadero shock.

Los pobres generalmente eran menospreciados por funcionarios inescrupulosos como los recaudadores de impuestos, los comerciantes, e incluso sus propios vecinos. Comúnmente se pensaba que la pobreza era una maldición de Dios y que ellos mismos tenían la culpa de su infortunio. Con esta mentalidad, eran pocos los que se preocupaban por los pobres y su situación miserable.

Sin embargo, el amor de Jesús por los pobres fue una de las mayores evidencias de su mesianismo, como lo demuestra la forma en que Jesús respondió la pregunta de Juan el Bautista acerca de si él era el Mesías (ver Mat. 11:1–6). “Como los discípulos del Salvador, Juan el Bautista no comprendía la naturaleza del reino de Cristo. Esperaba que Jesús ocupara el trono de David; y como pasaba el tiempo y el Salvador no asumía la autoridad real, Juan estaba perplejo y perturbado” (DTG 186).

“La religión pura y sin mancha ante Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo” (Sant. 1:27). ¿Cómo debería ayudarnos este versículo a establecer nuestras prioridades religiosas?