“Y oí una voz del cielo que dijo: ‘Escribe: ¡Bienaventurados los que de aquí en adelante mueren en el Señor! Sí, dice el Espíritu, para que descansen de sus fatigas y sus obras les sigan’ ” (Apoc. 14:13).
COMIENZA CON LAS NECESIDADES PERSONALES
En la época del Antiguo Testamento, muchos de los hijos de Israel eran agricultores y pastores. Por ende, algunas de las bendiciones prometidas por Dios se expresaban en lenguaje agrícola. Por ejemplo, en Proverbios 3:9 y 10, Dios dice que, si somos financieramente fieles a él, “serán llenos [nuestros] graneros con abundancia”. Es probable que muchos cristianos no tengan un granero hoy. Entonces, entendemos que Dios bendecirá nuestro trabajo o negocio si estamos dispuestos a seguirlo y serle obedientes.
Lee Proverbios 27:23 al 27. ¿Cómo interpretarías: “Considera atentamente el estado de tus ovejas” para los cristianos que viven en la actualidad?
Si bien la Biblia advierte acerca de los ricos que atropellan a los pobres o que son codiciosos con sus riquezas, las Escrituras nunca condenan la riqueza ni los esfuerzos personales por adquirir riquezas, siempre que, por supuesto, no se produzcan deshonestamente u oprimiendo a los demás. De hecho, los textos de hoy, en Proverbios, indican que debemos ser diligentes en nuestros asuntos financieros para que tengamos suficiente para nosotros y nuestra familia. “La abundancia de leche de las cabras [te darán] para tu sustento, el sustento de tu casa y de tus criadas” (Prov. 27:27).
¿Cómo reformularíamos ese versículo en la actualidad? Tal vez sugeriríamos: “Revisa tus registros financieros y determina tu situación”. O “Haz un balance y conoce tu coeficiente de endeudamiento”. Ocasionalmente durante tus años productivos, sería apropiado que revises el testamento u otros documentos y sus activos actuales, y que los actualices según sea necesario. Los documentos como testamentos y fideicomisos se implementan al principio del proceso de planificación patrimonial para que sirvan de protección contra una muerte prematura o contra la imposibilidad de decidir por razones de salud adónde deben destinarse tus bienes. La idea es planificar con anticipación lo que sucederá con tus posesiones una vez que ya no sean tuyas.
En resumen, la buena mayordomía de aquello con lo que Dios nos ha bendecido no se trata solo de lo que tenemos mientras estamos en vida, sino también de lo que sucede después de que nos hayamos ido; porque, a menos que el Señor regrese mientras vivamos, algún día no estaremos, mientras que nuestras posesiones materiales, sean pocas o muchas, quedarán atrás. Por lo tanto, depende de nosotros hacer ahora provisiones para que las bendiciones que hemos recibido puedan ser una bendición para los demás y para el avance de la obra de Dios.
“Porque la riqueza no dura para siempre” (Prov. 27:24). ¿Por qué es importante tener presente este pensamiento?