“Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel! Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor’” (Mat. 25:21).
LAS RECOMPENSAS DE LA FIDELIDAD
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Hebreos 11:6; Isaías 62:11; Romanos 6:23; Juan 14:1–3; Apocalipsis 21; Mateo 25:20–23; Romanos 8:16–18.
Aunque nunca podremos ganar la salvación, la Biblia utiliza la esperanza de la recompensa como una motivación para vivir fielmente como receptores indignos de la gracia de Dios, porque en definitiva todo lo que recibimos es, siempre y exclusivamente, por la gracia de Dios.
Como escribió David: “La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma. El testimonio del Señor es fiel, que da sabiduría al sencillo. Los mandamientos del Señor son rectos, que alegran el corazón. El precepto del Señor es puro, que alumbra los ojos. El respeto del Señor es puro, que permanece para siempre. Los juicios del Señor son verdad, todos justos. Son más deseables que el oro, más que el oro muy afinado, más dulces que la miel del panal. Además, por medio de ellos tu siervo es instruido. En guardarlos hay grande galardón” (Sal. 19:7–11).
En varios lugares la Biblia habla de nuestras recompensas, lo que se nos promete por medio de Cristo después de la Segunda Venida y una vez que este terrible rodeo con el pecado termine definitivamente.
¿Qué se nos promete y qué seguridad tenemos de obtener lo que se nos ha prometido?