Mediante el Espíritu Santo, los creyentes pueden conocer “la incomparable grandeza de su poder hacia los que creemos, según la acción de su potencia. Ese poder Dios lo ejerció en Cristo cuando lo resucitó de los muertos, y lo sentó a su diestra en los cielos” (Efe. 1:19, 20).

EL PODER DEL JESÚS EXALTADO

sábado 8 de julio, 2023

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Efesios 1:15–23; 3:14–21; 1 Tesalonicenses 5:16–18; Deuteronomio 9:29; 1 Corintios 15:20–22; Salmo 110:1.

Los seres humanos, al parecer, siempre buscan más poder. El fabricante de automóviles Devel Motors, por ejemplo, mostró el prototipo de su Devel Sixteen, un vehículo con un motor de 16 cilindros y 12,3 litros que produce más de 5.000 caballos de fuerza. O, si eso no es suficiente, considera el semirremolque Peterbilt, que ostenta tres motores a reacción Pratt & Whitney J34–48. Con 36.000 caballos de fuerza, el camión recorre 400 metros en 6,5 segundos y habitualmente alcanza los 600 km/h antes de desplegar sus dos paracaídas.

En contraste, Pablo ora para que los creyentes de Éfeso, bajo la tentación de admirar los diversos poderes y deidades de su cultura, experimenten mediante el Espíritu Santo la inmensidad del poder que Dios pone a su disposición en Cristo. Este poder divino no se mide en caballos de fuerza ni en magia, sino que se verifica en cuatro eventos de la historia de la salvación que transforman el Cosmos: (1) la resurrección de Jesús; (2) su exaltación en el Trono de Dios; (3) todas las cosas están subordinadas a Cristo; (4) Cristo es entregado a la iglesia como su Cabeza (Efe. 1:19–23).

Los creyentes pueden, entonces, comenzar a comprender y experimentar el vasto alcance del poder que Dios ejerce en favor de ellos.