“Un mandamiento nuevo les doy: que se amen unos a otros. Que se amen así como yo los he amado. En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman unos a otros” (Juan 13:34, 35).
EL DON DE LA HOSPITALIDAD
Lee Génesis 18:1 al 15. ¿Qué elementos de la hospitalidad se evidencian en la respuesta de Abraham a sus invitados?
Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda en el calor del día. Este comportamiento era inusual. A esa hora del día, en verano, cuando el sol está en su punto máximo, todo el mundo busca sombra y una brisa fresca. Pero ¿quizás Abraham estaba soportando el calor para ayudar a alguien que pasara por el camino?
Mientras estaba allí, vio a tres viajeros. Lo más probable era que acostumbrara ofrecer hospitalidad a los forasteros. Por eso, la iniciativa del encuentro fue de Abraham: en el texto, corrió hacia ellos desde la entrada de su tienda. Es decir –y este punto es importante–, Abraham tomó la iniciativa de ir a su encuentro incluso antes de que ellos se acercaran a él.
“Permíteme que traiga un poco de agua para que se laven los pies. Y recuéstense debajo de un árbol, mientras traigo un bocado de pan para sustentar su corazón. Después seguirán, porque para esto han pasado cerca de su siervo” (Gén. 18:4, 5).
Abraham era consciente de su misión, que consistía en compartir con todos el conocimiento del Señor en un mundo sumido en el paganismo, la idolatría y el politeísmo. Como podemos ver en este incidente, su forma más inmediata de cumplir con la misión era mediante la hospitalidad hacia estos extranjeros, que evidentemente acababan de aparecer en el horizonte.
Paralelamente, “formaban su [de Abraham] casa más de mil personas, muchas de las cuales eran jefes de familia y no pocas recién convertidas del paganismo. Semejante casa necesitaba que una mano firme manejara el timón. Los métodos débiles y vacilantes no servían. [...] Y la influencia de Abraham se extendió más allá de su casa. Doquiera levantaba su tienda, erigía un altar a su lado para ofrecer sacrificios y adorar. Cuando trasladaba la tienda a otro lugar, quedaba el altar, y más de un nómada cananeo que había llegado a conocer a Dios por medio de la vida de Abraham, su siervo, se detenía junto a ese altar para ofrecer un sacrificio a Jehová” (Elena de White, La educación, p. 187).
Desde el principio, este hombre comprendió que Dios lo había llamado a la misión, y que su mudanza a la Tierra Prometida no era para pasar unas vacaciones, sino para ser de bendición para quienes lo rodeaban y, mediante su simiente, para el mundo.
¿Qué principios del ejemplo de hospitalidad de Abraham puedes imitar con tu vida?