“El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas” (Hech. 17:24).
PABLO Y EL DIOS DESCONOCIDO
Fíjate que Pablo no menospreció la falsa religión ni los falsos dioses de los atenienses. Recogió todos los puntos positivos que pudo encontrar, aunque fuesen pocos, y los aprovechó.
Lee Hechos 17:22 y 23. ¿Qué estaba haciendo Pablo aquí en su intento de alcanzar a estas personas con el evangelio?
“Atenienses, en todo los veo muy religiosos” (Hech. 17:22). Pablo estaba elogiando a los paganos. Su religión era errónea en todos los sentidos; sin embargo, Pablo elogió su devoción a ella, porque la devoción incluso a una espiritualidad errónea es más encomiable que no tener ningún interés espiritual.
Pablo continuó: “Porque al pasar y observar los monumentos de su culto...” (Hech. 17:23). Al describir su propio estudio de la religión ateniense, Pablo comunicó una actitud respetuosa hacia la gente. No se precipitaba como un autoproclamado experto con todas las respuestas sobre cómo tenía que cambiar la gente. En realidad, sí era un experto y tenía las respuestas que la gente necesitaba. Pero no se presentó de ese modo, pues de lo contrario lo habrían rechazado de plano. En cambio, lo percibieron como alguien que se preocupaba por la gente y deseaba su bien.
Al comentar la inscripción “Al Dios desconocido” (Hech. 17:23), Pablo aprovechó lo que podía considerarse un terreno común. Creían en Dios (en muchos dioses, en realidad), lo cual era un gran comienzo (algunos de aquel entonces no creían), y podía abrir el camino a una conversación más profunda. No se burló de la idea negativa de un altar a un dios desconocido, sino que apreció y admiró a un pueblo que se preocupaba lo suficiente por las cosas espirituales como para hacer el esfuerzo y el gasto de adorar algo que ni siquiera conocían, por si les faltaba algo.
¿Estaban equivocados? Por supuesto, pero eso tenía solución. Lo importante al principio era que fueran devotos en lo que sí entendían. Pablo reconoció que eso era material con el que el Espíritu Santo podía trabajar.
Pablo había encontrado un tema de conversación que despertaría el interés de ellos.
¿Qué puentes y puntos de contacto se te ocurren que abrirían oportunidades para una conversación más profunda con otras personas con las que entras en contacto?