“El Señor reina, se vistió de majestad. El Señor se vistió, se ciñó de fortaleza. Afirmó el mundo, y no se moverá” (Sal. 93:1).
SE ACUERDA SIEMPRE DE SU PACTO
El tema del Juicio de Dios suscita una pregunta importante: ¿Cómo pueden los creyentes tener paz con Dios y la seguridad de la salvación en el momento del Juicio? Lee Salmos 94:14; 105:7-10; y Daniel 7:22.
El pueblo de Dios está seguro, porque el Señor puso su morada en Sion (Sal. 76:1, 2) y estableció su Pacto eterno con él como su posesión preciada (Sal. 94:14; 105:8-10). Dios no se limita a prometer que no rechazará a su pueblo del Pacto, sino que obra activamente para mantenerlo seguro en él. Perdona sus pecados (Sal. 103:3); instruye, bendice y fortalece a su pueblo (Sal. 25:8-11; 29:11; 105:24). Los juicios de Dios se realizan para hacer volver al pueblo a la justicia y demostrar que Dios cuida de él (Sal. 94:8-15).
Salmo 105 en su conjunto muestra la fidelidad del Señor a su Pacto en la historia de Israel. En todo lo que sucedió, lo bueno y lo malo, Dios estuvo allí. Condujo providencialmente a José a Egipto, y por medio de él salvó a su pueblo y a las naciones de aquella región durante la grave hambruna (Sal. 105:16-24). El Señor levantó a Moisés para que sacara a su pueblo de la esclavitud en Egipto, con señales y prodigios en su favor (Sal. 105:25-38).
El Señor concedió a su pueblo la Tierra Prometida (Sal. 105:11, 44) y su protección continua (Sal. 105:12-15). Lo multiplicó (Sal. 105:24), lo libró de sus opresores (Sal. 105:37, 38) y proveyó para sus necesidades diarias (Sal. 105:39-41). No cabe duda de que el Señor controla soberanamente todo lo que concierne a su pueblo; una verdad que los salmistas querían que su pueblo nunca olvidara.
Cuando Dios se acuerda de su Pacto, implica algo más que conocimiento o memoria, porque siempre conduce a la acción (Gén. 8:1; 1 Sam. 1:19; Sal. 98:3; 105:42-44). Del mismo modo, cuando se llama al pueblo a recordar las maravillas y los juicios de Dios, significa que el pueblo debe vivir de manera que honre a Dios.
En este pacto, la principal vocación de Israel es permanecer fiel al Pacto, observando las leyes de Dios (Sal. 78:5-7; 105:45). El pueblo de Dios también está llamado a dar testimonio de Dios a otras naciones, porque el Señor desea que todas las naciones se unan a su pueblo, Israel (Sal. 105:1, 2). El mundo está así seguro en la alianza protectora del Dios todopoderoso y misericordioso (Sal. 89:28-34).
¿Qué tenemos en Jesús, que demuestra por qué estas promesas hechas al antiguo Israel pueden aplicarse ahora a nosotros? (ver Gál. 3:26-29).