“¿Cómo habíamos de cantar canción del Señor en tierra extraña?” (Sal. 137:4).
A LAS PUERTAS DE LA MUERTE
Lee Salmos 41:1 al 4; 88:3 al 12; y 102:3 al 5, 11, 23 y 24. ¿Qué experiencias describen estos pasajes? ¿Cómo te identificas con lo que aquí se dice?
Estas oraciones para salvarse de la enfermedad y la muerte demuestran que los hijos de Dios no están exentos de los sufrimientos de este mundo. Los salmos revelan las terribles aflicciones del salmista. Está sin fuerzas, marchitándose como la hierba, sin poder comer, apartado con los muertos; yace como los muertos en la tumba, es repulsivo para sus amigos, está sufriendo y desesperado. Sus huesos se le pegan a la piel.
Muchos salmos presumen que el Señor ha permitido las dificultades a causa de la desobediencia de Israel. El salmista reconoce que el pecado puede acarrear enfermedad; por eso, se refiere al perdón que precede a la curación (Sal. 41:3, 4). Sin embargo, algunos salmos, como Salmo 88 y 102, reconocen que el sufrimiento inocente del pueblo de Dios es un hecho de la vida, aunque sea difícil de entender.
En Salmo 88, Dios se encarga de llevar al salmista al borde de la muerte (Sal. 88:6-8). No obstante, fíjate que aun cuando se expresan las quejas más atrevidas, el lamento es claramente un acto de fe, pues si el Señor, en su soberanía, permitía los problemas, podía también restaurar el bienestar de su hijo.
En el umbral de la tumba, el salmista recuerda los prodigios, la bondad, la fidelidad y la justicia de Dios (Sal. 88:10-12). A pesar de sentirse golpeado por Dios, el salmista se aferra a él. Aunque sufre, no niega el amor de Dios y sabe que Dios es su única salvación. Estas apelaciones muestran que el salmista no solo conoce el sufrimiento, sino también tiene un conocimiento íntimo de la gracia de Dios y de que ambas cosas no necesariamente son mutuamente excluyentes.
En resumen, tanto el hecho de que Dios permita el sufrimiento como su liberación son demostraciones de su soberanía suprema. Saber que Dios tiene el control inspira esperanza. Cuando leemos Salmo 88 a la luz del sufrimiento de Cristo, nos sobrecoge la profundidad de su amor, porque estuvo dispuesto a atravesar las puertas de la muerte por el bien de la humanidad.
Piensa en Jesús en la Cruz y en lo que sufrió a causa del pecado. ¿En qué medida esa realidad, que Dios en Cristo sufrió incluso peor que cualquiera de nosotros, debería ayudarnos a mantener la fe aun en tiempos de sufrimiento y prueba?