“Por la opresión del débil y por el gemido de los menesterosos, ‘ahora me levantaré –dice el Señor– y salvaré al que suspira’ ” (Sal. 12:5).

DERRAMA SOBRE ELLOS TU IRA

miércoles 7 de febrero, 2024

Lee Salmos 58:6 al 8; 69:22 al 28; 83:9 al 17; 94:1 y 2; y 137:7 al 9. ¿Qué sentimientos transmiten estos salmos? ¿Quién es el agente del juicio en estos salmos?

Algunos salmos suplican a Dios que se vengue de las personas y las naciones que pretenden dañar a los salmistas o a su pueblo, o que ya les han hecho daño. Estos salmos pueden parecer desconcertantes por su lenguaje duro y su aparente discordancia con el principio bíblico del amor a los enemigos (Mat. 5:44).

Sin embargo, la indignación de los salmistas ante la opresión es buena. Significa que el salmista se tomaba muy en serio el bien y el mal, más que mucha gente. Se preocupa, y mucho, por la maldad que hay en el mundo; no solo por la maldad que lo afecta a él personalmente, sino también a los demás.

Sin embargo, el salmista no se propone, en ningún momento, ser el encargado de vengarse; al contrario, deja la retribución únicamente en manos de Dios. Los salmos evocan las maldiciones del Pacto divino (Deut. 27:9-16) e imploran a Dios que actúe como lo ha prometido.

Los salmos son proclamas proféticas sobre el inminente juicio de Dios; no son tan solo las oraciones del salmista. Salmo 137 refleja los anuncios del juicio divino sobre Babilonia, como se observa en los profetas. La devastación que los babilonios causaron a otras naciones se volvería contra ellos. Los salmos transmiten las advertencias divinas de que el mal no quedará impune para siempre.

La retribución de Dios se mide con justicia y gracia. Los hijos de Dios están llamados a orar por quienes los maltratan, e incluso a desear su conversión (Sal. 83:18; Jer. 29:7).

Sin embargo, al tratar de armonizar estos salmos con las normas bíblicas de amar a los enemigos, debemos tener cuidado de no minimizar la experiencia agonizante que se expresa en ellos. Dios reconoce el sufrimiento de sus hijos y les asegura que, “a los ojos del Señor, muy estimada es la muerte de sus santos” (Sal. 116:15). El juicio divino obliga al pueblo de Dios a alzar su voz contra todo mal y a buscar la venida del Reino de Dios en su plenitud. Los salmos también dan voz a los que sufren, haciéndoles saber que Dios es consciente de su sufrimiento y que, un día, se hará justicia.

¿Quién no tiene, a veces, pensamientos o fantasías acerca de la venganza contra quienes han hecho un daño terrible a él o a sus seres queridos? ¿Cómo pueden ayudarte estos salmos a analizar estos sentimientos desde una perspectiva correcta?