“Lo que hemos oído y entendido, que nuestros padres nos contaron. No las ocultaremos a sus hijos, contaremos a la generación venidera las alabanzas del Señor, su fortaleza y las maravillas que hizo” (Sal. 78:3, 4).

RECORDAR LA HISTORIA Y ALABAR A DIOS

lunes 4 de marzo, 2024

Lee Salmo 105. ¿Qué acontecimientos históricos y sus lecciones se destacan en este salmo?

Salmo 105 recuerda acontecimientos clave que configuraron la relación de pacto entre el Señor y el pueblo de Israel. Se centra en el pacto de Dios con Abraham de darles la Tierra Prometida a él y a sus descendientes, y en cómo esta promesa, confirmada a Isaac y Jacob, se cumplió providencialmente por medio de José, Moisés y Aarón, y en el momento de la conquista de Canaán. El salmo da esperanza al pueblo de Dios de todas las generaciones, porque las maravillosas obras de Dios en el pasado garantizan el amor inmutable de Dios por su pueblo de todos los tiempos (Sal. 105:1-5, 7, 8).

Salmo 105 se asemeja a Salmo 78 (ver la lección de ayer) al destacar la fidelidad de Dios hacia su pueblo en la historia, y lo hace para glorificar a Dios e inspirar fidelidad. Sin embargo, a diferencia de Salmo 78, Salmo 105 no menciona los errores pasados del pueblo. Este salmo tiene un propósito diferente.

En Salmo 105, la historia se narra por medio de la vida de los patriarcas más grandes de Israel, mostrando la conducción providencial de Dios y la paciente constancia de los patriarcas ante las dificultades. La perseverancia de los patriarcas y su lealtad a Dios fueron ricamente recompensadas. Por consiguiente, Salmo 105 invita a imitar la fe de los patriarcas y a esperar con confianza la liberación de Dios a su tiempo.

Salmo 105 posee ciertas características de himno (Sal. 105:1-7) que muestran que, para alabar verdaderamente a Dios, el pueblo de Dios necesita conocer los hechos de su historia. La historia brinda tanto la validación de nuestra fe como innumerables razones para alabar a Dios.

Habla a los adoradores como descendientes de Abraham e hijos de Jacob (Sal. 105:6), y por ende los considera el cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham de hacer de él una gran nación (Gén. 15:3-6). El salmista subraya la continuidad entre los patriarcas y las generaciones posteriores del pueblo de Dios. El salmista enfatiza que “en toda la tierra están sus juicios” (Sal. 105:7; énfasis añadido), con lo que amonesta a los adoradores a que no olviden que “nuestro Dios” es también el Señor soberano de todo el mundo y que su misericordia se extiende a todos los pueblos (Sal. 96:1; 97:1). Evidentemente, es un llamado a la fidelidad para cada generación de creyentes.

¿Cómo deberíamos vernos nosotros, como adventistas, en esta enumeración de personas, desde Abraham en adelante? (Ver Gál. 3:29). ¿Qué lecciones debemos aprender de esta historia?