“Cuando él vio a la reina Ester en el patio, ella obtuvo gracia en sus ojos, y el rey le extendió el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro” (Est. 5:2).
AMÁN Y SATÁN
La historia de Ester incluye a Amán, un personaje ávido de poder, y a quien se había otorgado un elevado grado de prominencia en el imperio, por encima de todos los demás príncipes (Est. 3:1).
En Ezequiel 28:11 al 15 e Isaías 14:12 al 15 se encuentran algunos paralelos entre Lucifer y Amán, un malvado enemigo de Dios y de su pueblo. Las intenciones generales de Satanás se ponen de manifiesto en la historia de la tentación de Cristo, en la que lleva a Jesús a un lugar elevado para mostrarle los reinos del mundo (Mat. 4:8-11). Cristo, como hemos visto, vino a redimir al mundo y a reclamarlo como suyo, y lo hizo como uno de nosotros. Jesús es el Pariente redentor y, por supuesto, el precio que pagó para redimir al mundo fue muy alto.
Vemos en Apocalipsis que el ansia de poder y adoración por parte de Satanás conduce a este mundo a su crisis final. Sus engaños logran que la humanidad, excepto unos pocos, se maraville y adore a la bestia (Apoc. 13:3, 4). Entonces recurre a la fuerza contra los pocos renuentes a ello.
Amán se da cuenta de que Mardoqueo, uno de los elegidos de Dios, no reconocía lo que aquel consideraba su derecho, ya que no se arrodillaba ni se humillaba ante él. Por lo tanto, “se llenó de ira” (Est. 3:5, 6) y se empeñó en borrar a todo el pueblo de Mardoqueo de la faz de la Tierra.
Lee Ester 3:1 al 14, Apocalipsis 12:14 al 17 y Apocalipsis 13:15. ¿Qué paralelismos encuentras entre estos pasajes? ¿En qué se parecen la descripción que hace Juan de la iglesia remanente de Dios y la que hace Amán del pueblo de Dios?
El Diablo ha reclamado este mundo, pero la presencia de personas que permanecen leales a Dios, que guardan sus mandamientos, refuta su pretensión de supremacía total.
“Una vez que el sábado llegue a ser el punto especial de controversia en toda la cristiandad, y las autoridades religiosas y civiles se unan para imponer la observancia del domingo, la negativa persistente, por parte de una pequeña minoría, de ceder a la exigencia popular, la convertirá en objeto de execración universal” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 673).
Piensa en las cosas “pequeñas” que ponen a prueba tu fe ahora. Si cedes en esas cosas “pequeñas”, ¿qué harás en la hora de la gran prueba?