“Los israelitas, gimiendo a causa de la servidumbre, clamaron, y su clamor subió hasta Dios con motivo de su servidumbre. Dios oyó su gemido, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los israelitas y reconoció su condición” (Éxo. 2:23-25).

LAS PARTERAS DE LAS HEBREAS

martes 1 de julio, 2025

No es posible entender el libro de Éxodo sin el precedente de las enseñanzas del Génesis. Los israelitas se trasladaron a Egipto y fueron esclavizados allí tras una época de gran prosperidad y paz.

Dios no abandonó a su pueblo, aunque a veces pueda dar esa impresión. Sin duda, muchos hebreos se desesperaron por su difícil situación. No obstante, el Señor acudió en el momento de angustia para auxiliarlos con su mano poderosa. Nuestro Señor anima a sus seguidores: “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Sal. 50:15).

Lee Éxodo 1:9 al 21. ¿Qué papel clave desempeñaron las parteras fieles y por qué su actuación quedó registrada para la posteridad?

En el libro de Éxodo no se menciona el nombre de ningún faraón. Solo reciben el título de “faraón”, que significa “rey”. Los egipcios creían que el faraón era una deidad en la Tierra, el hijo del dios Ra (o de Osiris u Horus), considerado la deidad egipcia más elevada, el mismísimo dios solar.

Sin embargo, a pesar de todo su poder, este “dios” no era capaz de obligar a las parteras a actuar contra sus convicciones. De hecho, en contraste con el faraón sin nombre, se identifica a las dos parteras Sifra y Fúa (Éxo. 1:15), muy estimadas porque temían al Señor. La malvada orden del faraón no tuvo efecto en ellas porque respetaban más a Dios que las órdenes de un gobernante terrenal (ver también Éxo. 5:29). En consecuencia, Dios las bendijo juntamente con sus respectivas familias. Qué poderoso testimonio de fidelidad. Estas mujeres no solo sabían qué era lo correcto, sino que también decidieron hacerlo a pesar de su escaso conocimiento teológico.

Cuando el faraón vio que su complot fracasaba, ordenó a los egipcios que mataran a todos los bebés varones hebreos recién nacidos. Debían arrojarlos al río Nilo, probablemente como ofrenda a Hapi, dios del Nilo y de la fertilidad. Este es el primer caso registrado de israelitas condenados a muerte solo por ser israelitas. El propósito del decreto de muerte era someter a los hebreos aniquilando a sus descendientes varones e integrando a sus mujeres a la nación egipcia para terminar así con la amenaza que el faraón creía que representaban para su nación.

Las parteras no solo sabían qué era lo correcto, sino que también actuaron en armonía con ello. ¿Qué mensaje representa esto para nosotros?