"Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó" (Génesis 1:27)

Pieles de animales

jueves 14 abril, 2011

"Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió" (Gén. 3:21).

Ya vimos la respuesta de Adán y de Eva a su pecado; hoy veremos la de Dios. En un sentido, aquí está el evangelio prefigurado.

Primero, la cubierta de hojas de higuera de Adán y Eva no era adecuada. Si lo hubiera sido, no habría sido necesario matar animales inocentes para vestir a la pareja caída. Del mismo modo, todos nuestros esfuerzos para guardar bien la ley de Dios como para ser salvos son inadecuados. Si trabajar para nuestra salvación fuera adecuado, entonces Cristo no hubiera tenido que morir. Así como las hojas de higuera hubieran sido más baratas y menos traumáticas que la muerte de animales inocentes, también nuestras obras habrían sido más baratas que la muerte de Jesús. Nuestras obras, o las hojas de higuera, no son suficientes; por eso animales inocentes tuvieron que morir; por eso Jesús tuvo que morir por nosotros. No podía ser de otra manera (Gál. 3:21; Rom. 3:21-28).

Segundo, ¿cuál es la diferencia entre hojas de higuera y pieles de animales? ¿Qué tienen los animales que no tienen las hojas? Por supuesto, la sangre. Eso nos dice cómo aparece el evangelio en Gén. 3:21 (ver Lev. 17:11; Apoc. 12:11; 1 Ped. 1:18,19;Heb. 9:22).

Tercero, tal vez la parte más notable del texto sea la última, en la que se dice que "los vistió" (Gén. 3:21). El hebreo es claro: Dios puso las pieles de animales sobre Adán y Eva. Fue un acto de Dios lo que cubrió la vergüenza de su desnudez. La consecuencia inmediata de su pecado fue la desnudez; pero Dios mismo resuelve el problema vistiéndolos, con una ropa hecha de animales inocentes que fueron degollados. El texto dice solamente que los cubrió con "pieles"; no nos dice de qué clase. Tal vez no es muy difícil de adivinar, ¿verdad? (Ver Gén. 22:8; Juan 1:36; 3:16).

Así, desde el mismo principio, Dios reveló el plan de la salvación. Nunca deberíamos olvidar que, por horrible que haya sido el pecado de Adán y de Eva, la gracia de Dios para salvarlos de él fue mayor.

Medita en la promesa de la salvación por la fe en Jesús, y en la promesa de que nuestra salvación se encuentra en lo que él hizo por nosotros, y no en lo que alguna vez podamos hacer. ¿Cómo podemos aprender a hacer de la promesa del evangelio, de la justicia de Dios como nuestro manto, el centro y el fundamento de nuestra vida, y de nuestro caminar con Dios?

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