"Porque   decía:   Si   tocare   tan   solamente   su   manto,   seré   salva"
Marcos 5:28

Ni rasgará sus vestidos

martes 14 de junio, 2011

   "Y el sumo sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y que fue consagrado para llevar las vestiduras, no descubrirá su cabeza, ni rasgará sus vestidos" (Levítico 21:10).

   Lee Mateo 26:59 al 68. ¿Qué entendemos del hecho de que el sumo sacerdote rasga sus vestiduras en respuesta a la contestación de Jesús? Ver también Marcos 15:39; Hebreos 8:1.

   El sumo sacerdote rasgó sus vestiduras para simbolizar que Jesús debía ser muerto. Rasgar sus vestiduras simbolizaba la "justa" indignación de Caifás por la afirmación supuestamente blasfema de Jesús de ser el Hijo de Dios. La ley mosaica prohibía al sumo sacerdote rasgar sus ropas eclesiásticas (Levítico 10:6; 21:10), porque ellas simbolizaban la perfección del carácter de Dios. Rasgar esas vestiduras era profanar y mancillar el carácter de Dios. La ironía es que Caifás quebrantó así la ley que él estaba defendiendo. Más grave aún era que el castigo por rasgar sus vestiduras era la muerte. La gran ironía es que Jesús, que no había hecho nada malo, debía morir por instigación del sumo sacerdote, quien, por sus actos, merecía la muerte.

   El simbolismo de rasgar las vestiduras es profundo. Este era el comienzo del fin de todo el sistema terrenal de sacrificios y del sacerdocio. Uno nuevo y mejor sería inaugurado pronto, con Cristo como el Sumo Sacerdote que ministra en el Santuario celestial.

   Las vestiduras del sumo sacerdote, llenas de simbolismo y significado, pronto serían un símbolo de un sistema que estaba a punto de terminar. Los líderes religiosos estaban tan cegados por el odio, los celos y el temor, que cuando Cristo vino –aquel a quien señalaba todo su sistema religioso–, muchos de esos líderes dejaron de verlo, y fue la gente común la que aceptó a Jesús como el Mesías y tomó la obra que estos sacerdotes deberían haber hecho.

   ¿De qué maneras podríamos quedar tan atrapados por nuestro sentido de justicia propia, o de superioridad moral y espiritual, que pudiéramos estar ciegos a las verdades importantes que el Señor quiere que aprendamos?