“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).
LA NECESIDAD DE OBREROS
A veces cosechamos donde otros trabajaron el suelo, sembraron la semilla y regaron el plantío. Aunque puede haber alguna ocasión en la que una persona cava, siembra, riega y cosecha en un campo, esta no es la regla. En el mundo apresurado de hoy, la gente entra y sale de nuestra esfera de influencia, y debemos estar listos para edificar sobre la obra evangelizadora que otros comenzaron.
Lee Juan 4:35 al 41. Aunque a menudo nos entusiasmamos en la etapa de cosecha del crecimiento cristiano de una persona, ¿qué nos dicen estos versículos acerca de alegrarnos con otros que han contribuido a lo largo del proceso?
Al hablar de cosechar, generalmente nos referimos a cierta época del año cuando los sembrados están listos para ser segados. Los cultivos agrícolas tienen una época específica para la siega. En el ámbito espiritual, sin embargo, no hay momentos específicos para cosechar. Jesús recalcó esto en Juan 4:35. En términos agrícolas, es posible que falten cuatro meses para la cosecha; pero, con respecto a los que están listos para aceptar a Jesús, alguna parte del campo está siempre madura para la siega.
Junto al pozo de Jacob, Jesús sembró la semilla del evangelio en el corazón de la mujer samaritana. Ella la sembró entre la población de Sicar, y los samaritanos caminaron hacia Jesús por los campos que no estaban maduros para la siega del grano. Como sucedió con los discípulos, el Señor nos anima a cosechar parte del campo del mundo que continuamente está madurando para la siega.
Considera 2 Pedro 3:9. ¿Por qué Dios está ansioso por hallar obreros que cosechen?
Por el amor y la compasión de Dios por la humanidad, él desea que vayan obreros a la cosecha (ver Mateo 9:36-38). Al considerar el campo mundial de hoy, la cosecha todavía parece grande; y los obreros, pocos. Jesús les dijo a los discípulos que oraran para que se enviaran obreros a la mies. Como discípulos modernos, al orar por obreros, el Espíritu Santo abrirá el camino para que nosotros hagamos la obra que él nos llamó a hacer.
Piensa en los días pasados. ¿Cuántas oportunidades tuviste de testificar de tu fe, de plantar algunas semillas que un día producirán una cosecha? ¿Cuántas de esas ocasiones aprovechaste y cuántas dejaste pasar de largo?