“Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía” (Hechos 9:36)

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jueves 26 de abril, 2012

Ocasionalmente, un alma que busca la verdad puede acercarse a un cristiano y preguntarle: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” Los creyentes deben buscar a las ovejas perdidas. Algunos sugieren que la iglesia actúa como una fortaleza desde la cual unas pocas personas salen a buscar conversos que son amonestados a no acercarse mucho al mundo del cual acaban de ser salvados. Si esto es cierto, o solo una percepción, no es el punto. Lo cierto es que muchos adventistas tienen pocas o ninguna relación significativa fuera de la congregación. Aunque debemos evitar influencias no santas, hay cierto grado de aislamiento que no permite alcanzar a las personas con el mensaje del evangelio.

Examina Juan 17:11 al 19. ¿Qué revelan estos versículos acerca del lugar del cristiano en el mundo? Ver también Colosenses 4:2 al 6.

De estos versículos, podemos enumerar las siguientes verdades acerca de los discípulos de Jesús y su relación con el mundo:

Están en el mundo (versiculo 11).

No son del mundo (versiculos 14, 16).

No han de ser sacados todavía del mundo (versiculo 15).

Jesús los envió al mundo (versiculo 18).

Todos hemos nacido en este mundo y, mientras estemos aquí, Dios tiene una obra para que hagamos en él. Así como a sus primeros discípulos, Jesús nos ha enviado al mundo para presentar a toda la humanidad la promesa de salvación que él ofrece.

El desafío, para cada uno, es el de ampliar nuestro campo misionero personal. Esto puede significar ajustar nuestro estilo de vida a fin de relacionarnos con más personas que no conocen a Jesús como su Salvador. Esto no significa que debemos transigir en los principios, las convicciones, los valores, sino buscar oportunidades donde podamos interactuar con otros de manera que les permitamos llegar a ser amigos y, como resultado, seamos canales de la verdad de Dios.

A menudo invitamos a las personas a que vengan. Pero Jesús nos dijo que vayamos a ellos. De este modo, necesitamos preguntarnos si nos hemos retirado demasiado del mundo, y hemos perdido algunas oportunidades evangelizadoras.

Mírate a ti mismo: ¿tiendes a aislarte mucho del mundo? ¿o estás demasiado cómodo en el mundo? ¿Cómo puedes aprender a estar en el mundo (y así testificar a otros) y, sin embargo, no “ser de él”?