"Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibiteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes" (1 Tesalonicenses 2:13).

NACE UNA IGLESIA

jueves 05 julio, 2012

Lee Hechos 17:1 al 4, y 12. ¿Qué clases de personas formaron la iglesia de Tesalónica?

La estrategia de Pablo era "al judío primeramente, y también al griego" (Romanos 1:16). Durante su ministerio, los judíos recibieron la primera oportunidad de escuchar y aceptar el evangelio, y por eso muchos judíos aceptaron a Jesús como el Mesías. Más tarde, cuando la iglesia comenzó a apostatar y a rechazar la Ley, en especial el sábado, fue más difícil que los judíos aceptaran a Jesús como el Mesías, porque ¿qué judío anularía la Ley, especialmente el sábado?

El texto dice que algunos de los judíos de Tesalónica se persuadieron con la exposición de Pablo de que las profecías mesiánicas se relacionaban con la historia de Jesús. Uno de ellos, Aristarco, colaboró más tarde con Pablo y, en cierto momento, fue prisionero con él (ver Colosenses 4:10, 11; Hechos 20:4). Otro de ellos, Jasón, era más bien rico: recibió a la iglesia en su casa, cuando ya no fueron bienvenidos en la sinagoga. También ayudó con la fianza para evitar el arresto de Pablo (ver Hechos 17:4-9).

Se cree que los "griegos piadosos" (Hechos 17:4) eran gentiles que simpatizaban con el judaísmo y asistían a la sinagoga, pero no eran conversos. Este era un fenómeno común en los días de Pablo, y fueron un puente para alcanzar a aquellos gentiles que no tenían conocimiento del judaísmo ni del Antiguo Testamento.

El carácter judío y relativamente rico de la iglesia original de Tesalónica se enfatiza en Hechos 17:12, pues se afirma que griegos "de distinción" también llegaron a ser creyentes. Pero, cuando Pablo escribió 1 Tesalonicenses, la iglesia estaba formada mayormente por gentiles (1 Tesalonicenses 1:9) de la clase obrera (1 Tesalonicenses 4:11).

Es claro el carácter universal del evangelio: es para todas las personas, ricos y pobres, griegos o judíos, pues la muerte de Cristo es para todo el mundo. Nuestro mensaje, como adventistas, es para todos los grupos étnicos, las nacionalidades, las castas o las situaciones económicas (Apocalipsis 14:6). Debemos recordar siempre este mandato, para no aislarnos, ni centrarnos en nosotros mismos, o estar más interesados en sostener lo que tenemos en vez de alcanzar a otros más allá de los límites cómodos que, tal vez inconscientemente, nos hemos fijado.

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