“Para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (1 Tesalonicenses 3:13).

EL EJEMPLO DE JUDEA

domingo 5 de agosto, 2012

Una lectura superficial de 1 Tesalonicenses 2:13 al 16 parece una digresión de los temas previos de agradar a Dios y cuidar a los creyentes nuevos (1 Tesalonicenses 2:1-12). Pero el versículo 13 sigue el tema de la respuesta de los tesalonicenses al evangelio.

Con el versículo 14, Pablo vuelve al tema de la imitación. La persecución en Tesalónica era el eco de una persecución anterior en Judea. Algunos judíos persiguieron allí a los cristianos judío, mientras los gentiles y los vecinos judíos juntos persiguieron a los creyentes de Tesalónica, mayormente cristianos de origen gentil. Aquí Pablo muestra que esa persecución está ligada a una idea más amplia. Los que siguen a Cristo enfrentarán oposición, incluso persecución.

Lee 1 Tesalonicenses 2:14 al 16. ¿Qué mensaje nos presenta este pasaje a nosotros hoy? ¿Qué es lo que específicamente no enseña?

Aquí Pablo revela sus sentimientos acerca de un grupo específico de judíos que lo siguieron de lugar en lugar, sembrando discordia y oposición. Pasajes en la Biblia como este (ver también Mateo 23:29-38) han sido distorsionados para "justificar" la persecución de los judíos. Pero, esa clase de aplicación universal va más allá de la intención de Pablo aquí. Él hablaba acerca de las autoridades de Judea (la palabra traducida como "judíos", en 1 Tesalonicenses 2:14, puede también traducirse como "de Judea") que habían colaborado con los romanos en la muerte de Jesús y obstruían la predicación dondequiera que pudieran. Aquí Pablo parece repetir como un eco lo que Jesús ya había dicho acerca de los que trataban de matarlo (Mateo 23:29-36).

Pablo mismo era judío, y no difamaba a una clase entera de personas. Jesús y los primeros discípulos fueron judíos. Ellos formaron el núcleo original de la iglesia. Para Pablo, cada judío que él conocía, como Silas, Bernabé y Timoteo, era un amigo para la eternidad (ver Romanos 9:1-5; 11:1-12, 24-32).

Cada persona en la Tierra es un alma "por quien Cristo murió" (Romanos 14:15; 1 Corintios 8:11). El prejuicio contra grupos enteros de personas no es apropiado entre quienes viven a los pies de la cruz.

Es fácil señalar a la iglesia por el modo en que ha tratado a clases enteras de personas. ¿Qué sucede con nosotros? ¿Cuánto prejuicio étnico existe en nuestros corazones?