“Y harán un Santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” Éxodo 25:8
“HASTA QUE ENTRÉ EN EL SANTUARIO DE DIOS”
Una y otra vez, los Salmos muestran que el Santuario desempeñó una parte importante en la relación entre los creyentes y Dios. Bien conocida es la firme convicción que David expresó en el Salmo 23 de que “en la casa del Señor habitaré para siempre” (vers. 6, NVI). El principal deseo de David en el Salmo 27 era estar en la presencia de Jehová, una presencia que se experimentaba mejor en el Santuario. A fin de mostrar cuánto se deleitaba en el Santuario, David usó el rango completo de expresiones para referirse a él, llamándolo la Casa del Señor, Templo, Tabernáculo y Tienda. Allí uno puede meditar y “contemplar la hermosura de Jehová” (Sal. 27:4).
Las actividades de Dios en el Santuario ilustran algunos puntos vitales: él protege al adorador con seguridad y lo esconde en su Santuario, aun en tiempos difíciles (Sal. 27:5). Dios provee un refugio seguro y da paz mental a todos los que van a su presencia. Estas expresiones conectan la belleza de Dios con lo que él hace por su pueblo. Además, el servicio del Santuario, con su significado simbólico, muestra la bondad y la justicia de Dios.
El objeto máximo del deseo más profundo de David no era solo estar en el Santuario, sino también que Jehová estuviera presente con él. Por esto, David resolvió “buscar” a Dios (Sal. 27:4, 8).
Lee Salmo 73:1 al 17. ¿Qué vislumbres obtuvo Asaf después de entrar en el Santuario?
En el Salmo 73, Asaf se ocupa del problema del sufrimiento. No podía comprender el éxito aparente de los impíos (vers. 4-12) mientras que los fieles eran afligidos. Él mismo casi resbaló (vers. 1-3), pero entrar en el Santuario marcó la diferencia para él (vers. 13-17). Allí, Asaf pudo ver el mismo poder y gloria de Dios que David menciona en el Salmo 63:2, y reconoce que las condiciones presentes un día cambiarán, y se hará justicia. Pudo reflexionar de nuevo sobre la verdad y recibir una reafirmación de que, a fin de cuentas, los malvados están en terreno resbaloso (Sal. 73:18-20) y que los fieles están seguros (vers. 21-28). Para quienes buscan a Dios, el Santuario llega a ser un lugar de confianza donde, Dios, “sobre una roca me pondrá en alto” (Sal. 27:5). El servicio del Santuario enseña que podemos aprender a confiar en la bondad y la justicia de Dios.