“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mat. 11:28).

LA RESPUESTA DE JESÚS

martes 03 mayo, 2016

Este era el clima en el que Jesús ministraba: rígidas imposibilidades exigidas para la observancia del sábado, que arruinaban su propósito original. Había de ser un día de descanso de nuestro trabajo; un día para adorar a Dios y tener compañerismo con otros creyentes (algo que no es fácil hacer en un día de semana); un día donde los niños saben que sus padres estarán más disponibles para ellos; un día para gozarse especialmente en lo que nuestro Creador y Redentor hizo para nosotros.

Lee Mateo 12:3 al 8 para ver cómo respondió Jesús al pesado yugo de los fariseos. Lee también 1 Samuel 21:1 al 6. ¿Cuál es el razonamiento de Jesús aquí?

Jesús estaba diciéndoles lo que, más tarde, afirmó de una manera mucho más fuerte (ver Mat. 23:23, 24), para que ellos enfocaran lo que era realmente importante. Jesús repasa la historia familiar del David fugitivo que tomó del Tabernáculo pan que solo debían comer los sacerdotes. En esa situación, el hambre de David y de sus compañeros era más importante que el propósito para el que estaba destinado ese ritual del Tabernáculo. Del mismo modo, el hambre de los seguidores de Jesús era más importante que los criterios de observancia del sábado (acerca de cosechar), que tenían otro propósito.

Jesús también citó el trabajo de los sacerdotes en el Templo los sábados. El sábado permitía la obra del ministerio. Del mismo modo, el sábado permitía la obra de los compañeros de Jesús porque Jesús y su obra eran mayores que el Templo.

Nada de lo que dijo Jesús aquí, o en cualquier otra parte, con respecto a la observancia del sábado, disminuye de ninguna manera el mandato divino de guardarlo. Estaba procurando liberarlos no del sábado, sino de las reglas sin sentido que escondían lo que debía ser el sábado, una expresión del descanso que tenemos en Cristo como nuestro Creador y nuestro Redentor.

“En los días de Cristo, el sábado había quedado tan pervertido que su observancia reflejaba el carácter de hombres egoístas y arbitrarios, más bien que el carácter del amante Padre celestial” (DTG 250). Considera tus acciones, y pregúntate qué podrías hacer para reflejar más el carácter de nuestro Padre celestial, y menos el carácter del egoísmo y la arbitrariedad.

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