SANÓ EN SÁBADO
Es muy interesante ver todas las veces que los evangelistas registran incidentes en sábado entre Jesús y los líderes religiosos. ¿Por qué los cuatro evangelistas habrían de incluir numerosos informes de la lucha que tuvo Jesús con los líderes sobre la observancia del sábado, si el sábado estaba por ser abolido? Los evangelios fueron escritos mucho después del ministerio de Jesús. Aunque los eruditos están divididos acerca de las fechas exactas, la mayoría de ellos los ubican unos veinte o treinta años después de la muerte de Jesús. Para entonces, si el sábado del séptimo día había sido reemplazado por el domingo (un argumento frecuente), este cambio tendría que haber estado al menos sugerido en alguno de los informes de la vida de Jesús, cosa que no ocurre. Así, tenemos una evidencia poderosa de que el sábado no fue abolido, cambiado o superado, por ningún mandato o conducta de Jesús registrados en los cuatro evangelios. Por el contrario, si nos concentramos en los mandatos y el ejemplo de Jesús, los evangelios nos muestran la validez continua del sábado.
Lee Mateo 12:9 al 14. ¿Cuál es el problema aquí, y por qué esta sería otra causa de contienda?
“Otro sábado, al entrar Jesús en una sinagoga, vio allí a un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos lo vigilaban, deseosos de ver lo que iba a hacer. El Salvador sabía muy bien que, al efectuar una curación en sábado, sería considerado como transgresor, pero no vaciló en derribar el muro de las exigencias tradicionales que rodeaban el sábado [...]. Era máxima corriente entre los judíos que el dejar de hacer el bien, cuando había oportunidad, era hacer lo malo; el descuidar salvar una vida era matar. Así se enfrentó Jesús con los rabinos en su propio terreno” (DTG 252, 253).
Otra vez, Jesús estaba procurando dirigir la atención de la gente al propósito más elevado de la Ley y lo que es la vida de fe. Estos hombres habrían dejado a aquel hombre con su dolor y sufrimiento antes que violar sus propias reglas humanas, que habían llegado a estar tan distorsionadas que habrían sacado a un buey de una zanja en sábado, pero no habrían aliviado a un conciudadano de su sufrimiento.
Cuán cuidadosos debemos ser de que nuestra práctica de la fe no se entrometa en la forma en que vivimos la fe como Dios nos ha llamado a hacerlo.