“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí” (Isaías 43:10).
CONCLUSIÓN
La preparación para un ministerio personal.
Aunque no negaremos la importancia del conocimiento bíblico y de los procedimientos ya probados de testificación y evangelización, debemos ser cuidadosos de no descuidar un énfasis en la preparación espiritual personal. El ingrediente esencial en el crecimiento espiritual personal es, por supuesto, el Espíritu Santo y, para experimentar el poder del Espíritu Santo en la evangelización debemos darle acceso a nuestras vidas.
Cuando los cristianos comienzan a servir a Dios, llegan a percibir más sus necesidades espirituales personales. Cuando solicitan y reciben una mayor presencia del Espíritu Santo en sus corazones, reciben poder para un ministerio continuado.
La clave es una entrega diaria de nuestra voluntad a Dios, una disposición diaria morir al yo, un mantener diariamente la gracia de Cristo ante nosotros, un recuerdo diario de lo que Cristo nos ha dado y de lo que pide de nosotros como respuesta a esa dádiva.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Con respecto a ganar almas, Elena de White escribió esta afirmación desafiante: “Vuestro éxito no dependerá tanto de vuestro saber y talento como de vuestra capacidad para conquistar corazones” (OE 201). ¿Qué punto importante está presentando ella aquí? Después de todo, ¿cuán a menudo vemos a personas que se alejan a pesar de evidencias poderosas y convincentes de nuestro mensaje? Muy a menudo, la doctrina misma –no importa cuán bíblica, lógica, elevadora y razonable sea– no impactará a una persona con un corazón cerrado. ¿Cómo, entonces, alcanzaremos ese corazón? En este contexto, ¿cuánto más importante es que vivamos lo que profesamos en vez de solo profesarlo?
2. Reflexiona sobre la siguiente afirmación mientras consideras las formas en que puedes compartir tu experiencia personal con otros: “Los últimos rayos de luz misericordiosa, el último mensaje de clemencia que ha de darse al mundo, es una revelación de su carácter de amor. Los hijos de Dios han de manifestar su gloria. En su vida y su carácter, han de revelar lo que la gracia de Dios ha hecho por ellos” (PVGM 347). La pregunta es: ¿Cómo podemos “manifestar su gloria” en la vida diaria y de manera práctica? ¿Cuán a menudo, en el día de ayer, has manifestado la gloria de Dios en tu vida? ¿Qué clase de testimonio de tu fe revela tu estilo de vida? ¿Cómo puede tu iglesia local, en conjunto, “manifestar su gloria”?