“Truena la voz del Señor al frente de su ejército; son innumerables sus tropas y poderosos los que ejecutan su palabra. El día del Señor es grande y terrible. ¿Quién lo podrá resistir? (Joel 2:11).

EL DON DEL ESPÍRITU DE DIOS

martes 16 abril, 2013

Lee Joel 2:28 y 29, junto con Hechos 2:1 al 21. ¿Cómo interpreta Pedro aquí la profecía de Joel?

En el día de Pentecostés, el apóstol Pedro anuncia que Dios había cumplido su promesa, como la había anunciado Joel, con respecto al derramamiento del Espíritu Santo. Acompañando el derramamiento del Espíritu Santo, y como señal visible de la intervención sobrenatural de Dios en la historia de la humanidad, Dios causará fenómenos extraordinarios que se verán en la naturaleza, tanto sobre la tierra como en el cielo.

“El Señor anunció por boca del profeta Joel que una manifestación especial de su Espíritu se realizaría en el tiempo que precedería inmediatamente a las escenas del gran día de Dios. (Joel 2:28.) Esta profecía se cumplió parcialmente con el derramamiento del Espíritu Santo, el día de Pentecostés; pero alcanzará su cumplimiento completo en las manifestaciones de la gracia divina que han de acompañar la obra final del evangelio” (CS 12).

En el contexto inmediato de Joel, al arrepentimiento seguiría un gran derramamiento del Espíritu de Dios. Esto traería una maravillosa renovación. En vez de destrucción, seguiría el don de bendiciones divinas. Dios asegura a su pueblo que restaurará su creación y liberará a la Nación de los opresores.

El Espíritu se derrama sobre el pueblo de Dios, así como en el ungimiento el aceite se derramaba sobre las cabezas de aquellos a quienes Dios elegía para un ministerio especial. El Espíritu también es un don de poder otorgado a quienes lo reciben, con el fin de que puedan hacer una obra específica para Dios (Éxodo 31:2-5; Jueces 6:34). Solo que, esta vez, la manifestación del Espíritu asume proporciones amplias. En este gran momento de la historia, la salvación estará disponible a todos los que buscan a Dios. El Espíritu de Dios caerá sobre todos los fieles –sin tomar en cuenta edad, género o posición social–, en cumplimiento del deseo de Moisés de que todo el pueblo de Dios llegara a ser profeta y que Dios pusiera su Espíritu sobre ellos (Números 11:29).

¿Qué cosas puedes hacer en tu propia vida que te hagan más receptivo al derramamiento del Espíritu Santo?

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