Conclusión
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mat. 8:11, 12). Aunque estas palabras se pronunciaron en un contexto específico, con referencia a cierto pueblo específico, no deberíamos pasar por alto el principio. Los que han recibido grandes privilegios, grandes ventajas en términos de verdades espirituales y teológicas, necesitan ser cuidadosos. Es fácil llegar a ser complacientes acerca de las verdades que recibimos, verdades que, en algunos casos, nadie más está predicando y enseñando. Primero, necesitamos asegurarnos de que nos mantenemos basados en estas verdades; y segundo, necesitamos estar dispuestos a enseñarlas a quienes todavía no las conocen.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- La Cruz nos mostró la absoluta universalidad de toda la humanidad. Ante Dios, todos somos pecadores y todos necesitamos su gracia para salvarnos. No obstante, muchos grupos a menudo se ven como superiores a otros. Esto es común, y ha sido así en toda la historia. ¿Qué sucede contigo y tu propio grupo étnico, social, financiero o cultural? ¿Qué hay de malo en esa actitud, y cómo puedes aprender a cambiarla al pie de la Cruz?
- La mujer que estaba junto al pozo volvió y testificó a su propio pueblo acerca de Jesús. ¿Qué nos enseña esto acerca de las misiones y de la importancia de usar a los que son de una cultura específica para alcanzar a su propio pueblo?
- Los griegos querían ver a Jesús. Sin duda, habían escuchado de él o habían visto algunas de las cosas que había hecho. Por supuesto, Jesús está ahora en el cielo, y la iglesia, su pueblo, lo representa aquí en la Tierra. ¿Qué significa para nosotros esto en términos de la clase de vida que vivimos y la clase de testimonio que damos?