“Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz” (Salmos 55:17).

CUMPLIR LAS CONDICIONES

jueves 08 marzo, 2012

Alguien está consumiendo una comida abundante, llena de grasa que baña con una gaseosa. Termina su comida con una gran porción de helado de chocolate, cubierto con salsa de chocolate. Esa noche, antes de ir a dormir (con un pequeño refrigerio antes de eso), se arrodilla para orar. Parte de su oración es: "Señor, por favor, ayúdame a perder peso". ¿Qué está mal en este cuadro?

Podemos esperar que Dios responda nuestras oraciones, pero hay cosas que necesitamos hacer. Necesitamos vivir nuestras oraciones; es decir, necesitamos hacer todo lo que esté de nuestra parte para que sean respondidas. Esto no es humanismo, ni es mostrar falta de fe. Por el contrario, es parte de vivir por fe.

"Si toleramos la iniquidad en nuestro corazón, [...] el Señor no nos oirá; pero siempre será aceptada la oración del alma arrepentida y contrita. Cuando se hayan corregido todos los pecados conocidos, podemos creer que Dios contestará nuestras peticiones. Nuestros propios méritos nunca nos recomendarán al favor de Dios: son los méritos de Jesús lo que nos salva, y su sangre la que nos limpia; sin embargo, nosotros tenemos una obra que hacer para cumplir con las condiciones de aceptación" (CC 95).

La autora no dice que tenemos que ser perfectos para que Dios responda nuestras oraciones. Además, nuestra aceptación ante Dios no se basa en nuestros méritos, sino solo en los méritos de Cristo. Ella dice que necesitamos una actitud de fe, humildad, y entrega a la voluntad de Dios, para que él pueda obrar en nuestras vidas.

¿Cómo nos ayudan los siguientes textos a entender lo que significa "cumplir con las condiciones? Ver Hebreos 10:38; Deuteronomio 4:29; Lucas 9:23; Juan 14:15; 1 Tesalonicenses 4:3.

Tal vez, una condición necesaria para una vida efectiva de oración es nuestro propio sentido de necesidad; de impotencia; de que somos pecadores que necesitamos gracia, y que nuestra única esperanza está en el Señor. Ser arrogantes, y estar seguros y llenos de nosotros mismos, es una receta para un desastre espiritual.

¿Por qué cosas estás orando fervientemente? Mientras oras, pregúntate: ¿Qué podría hacer en forma diferente, que me brindara la respuesta que quiero con tanta desesperación?

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